miércoles, 29 de diciembre de 2010

La libertad total


El despertar de la conciencia esta emparejado con el ejercicio de la libertad total. Solo a partir de este accionar voluntario en el universo es posible disipar el sueño en el cual la conciencia cotidiana esta sumergida junto con el resto de la humanidad. Pero cuando esta realidad deja paso a una realidad más profunda es cuando el ser humano advierte su naturaleza sobrenatural y las infinitas posibilidades de manifestación que esto implica. Todo lo que quiere se hace real, esa es la ley de este nivel de conciencia. Esto es posible gracias a que el ser conciencia accedió a la hendidura de luz trascendente que separa los opuestos.

Entre el día y la noche brota la luz trascendente.

Entre el Yin y el Yan hay una línea que los separa quitando la posibilidad de un tercer estado del ser. Todos los seres que habitan este plano dimensional cotidiano se mueven en uno de estos polos positivo o negativo. Quedando el estado de neutralidad vedado al ejercicio de la voluntad humana. Sin embargo, la búsqueda de los princiipos polares de esta realidad conlleva al descubrimiento experimental de ese estado de neutralidad que es la fuente de los demás estados. En matemática este neutro es representado por el cero, en filosofía es la Nada. De modo que de forma experimental entre el Yin y el Yan se abre una brecha de luz que es un tercer estado de conciencia, trascendente respecto de los dos anteriores.
Los opuestos no pueden desequilibrar al que se halla en este nivel, porque él está en la raíz de los real, está en el aspecto causal del devenir, de él brotan los acontecimientos, y conociendo el principio tambien conoce el final.
De modo que este tercer estado de conciencia es el propio de la libertad total, porque quien aquí se halla puede hacer lo que quiera, siempre y cuando permanezca dentro del mundo conocido, dentro del cual, y gracias a los muchos años de trabajo, a llegado a conocer el fondo de sus leyes y a dominarlas por medio de su voluntad. El único modo de perder su poder sería saliendo de este plano dimensional para adentrarse en lo inefable.
Aqui se abren la aguas entre los seres de conocimiento. Dentro de los que eligen quedarse los motivos son principalemte dos: ayudar a la humanidad o esclavizarla.
Y dentro de los que eligen irse, nada puede decirse, porque una vez que lo desconocido los absorve, nada más se sabe de ellos.

domingo, 26 de diciembre de 2010

El sueño y la vigilia


El universo es una esfera cuya periferia es el mundo conocido y cuyo centro contiene todos los secretos de la vida. Hacia afuera la noche, hacia adentro el día y en el centro perfecto la luz pura de la esencia que cada uno es.
Aunque este centro es la raíz necesaria de la vida, poco son los que pueden entrar en contacto directo con él. La mayoría nace,crece y muere sin poder conocer dicha vertiente. Es a ellos a quienes el Águila devora. Sumidos en la noche de la inconciencia no advierten el sueño en el que viven. No perciben las entidades sutiles de las cuales el Águila se vale para sorber su energía vital.

Sin embargo es posible despertar mediante un proceso de alquimia interior.

En esa esfera de luz y de sombras que cada uno es, en su parte exterior moran los seres oscuros y en el interior los luminosos. Y en el centro de la esfera esta el ser real que es cada uno en su mas pura esencia.
El proceso alquímico se hace sometiendo a los vehículos de la conciencia a la acción del fuego esencial que brota del centro de la esfera. Lo primero en purificarse es el cuerpo físico, luego el cuerpo energético, luego el cuerpo astral, luego el mental,luego el cuerpo intuitivo, luego el cuerpo espiritual y por último el cuerpo trascendente, tras lo cual uno entra en contacto directo con su propio y mas real ser: el Ser Esencial.
Este nivel despierta a la conciencia al más alto nivel de acción, amor y conocimiento que puede alcanzar en el universo en el cual se encuentra.
Este momento en la vida de un ser humano es lo que los alquimistas llamaron "La Piedra Filosofal". Es decir el estado interior en el cual el ser conciencia se reencuentra con su naturaleza esencial y conoce de manera experimental la inmortalidad de la vida humana.
Este punto de acción escapa a las garras del Águila ya que este solo tiene acceso a la parte vehicular del ser humano y no a su esencia última. Ya que en la esencia última el ser humano se iguala al Águila y es él mismo el Águila. No hay diferencias. El ser conciencia se vuelve uno con el universo. El es todo y todo es él. Con la única salvedad de que a partir de ese momento él elige que hacer: si volver al mundo conocido o sumergirse en los abismos de lo que aun desconoce. Esa es la decisión que debe tomar quien alcanza la iluminación que le permite despertar del sueño de la humanidad corriente. Una vez logrado este nivel de conciencia nace en él el estado de libertad total. En este nivel cualquier cosa que el ser se proponga se hará realidad.
Quedarse es este plano solo depende de su desición. Su permanencia sería beneficiosa para muchos de los seres humanos que aún buscan despertar. Su ingreso en lo desconocido en cambio, es una incógnita para él y para todos.

viernes, 24 de diciembre de 2010

El Águila como universo


Una de las formas de representar al cosmos en su manifestación completa es la imagen del Águila. Su vuelo es el devenir mismo del universo y su cualidad de cazadora es su modus operandi. Cada conciencia de este universo entra en una relación respecto del Águila de cazador-presa. Detrás de todas las posibilidades políticas y metafísicas que tiene este universo se oculta esta relación. Pero esta solo se alimenta de la parte externa de la conciencia, absorve las experiencias que el ser tiene en los planos mas densos de la realidad. En los planos menos reales de este macrocosmos.
El Águila es el universo completo manifiesto. Nada escapa a él porque él es todo. Cada ser comienza siendo parte de él de forma inconciente y a medida que va creciendo comienza a advertir que esta unidad se basa en una relación desigual de voluntad de poder. El Águila es todopoderoso, mientras la conciencia esta dormida, pero cuando el sueño comienza a desvanecesrse, el ser despierto comienza a ponerse en igualdad de condicieones con el macrocosmos y la relación cazador-presa que antes dejaba al ser conciencia en posición de presa, al despertar este, la relación se invierte y el universo entero se vuelve la presa a partir del cual el cazador puede dar caza a todas las entidades de las cuales se valía el Águila para absorver la energía conciente y de este modo puede ir recuperando gradualmente su energía individual y utilizarla para despertar las facultades ocultas que moran en su espíritu, y de esta forma desarrollar las herramientas necesarias para despertar definitivamente del sueño en el cual el Águila se encargó de sumir a la conciencia en el momento de encarnar en este plano dimensional.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

El Águila

El Águila se alimenta de las conciencias que sueñan.

Quienes pueden despertar entran en la libertad total

para ser devorados por el Águila Invisible,

quedando tan solo una chispa de luz en medio de la noche.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Grados de profundidad dramática


En su aspecto filosófico, la realidad del arte dionisíaco tiene consecuencias que exceden la realidad meramente humana. Sin embargo, existe una graduación en la profundidad que permite al actor aproximarse a los abismos del ser gradualmente sin dañarse. El proceso lleva tiempo, disciplina y esfuerzo; y el modo correcto de enfrentar esta tarea es despojándose de cualquier tipo de absolutismo. De modo tal que un logro pequeño, no deje de ser un logro, aunque en ese acto no alcancemos la realidad celeste en su pureza más diáfana.

El trabajo ha de afrontarse conociendo la estructura de la naturaleza y siendo consecuente con su realidad analógica. Un principio de la antigua filosofía hermética dice que así como es arriba, es abajo. Con esto da a entender muchas cosas, pero en este caso significa que aunque la realidad celeste no pueda hacerse presente en toda su pureza, sí lo puede hacer de manera analógica. El universo entero está conformado por tres principios: el espíritu, la materia, y la energía. Todos los seres están conformados por estos tres principios, solo que en diferentes proporciones. Los seres divinos están conformados de una materia más espiritual que los seres humanos, pero aún así tienen materia. El trabajo del actor, no es otra cosa que un trabajo de alquimia interior, donde el objetivo es hacer de este cuerpo de tierra un cuerpo de oro, donde el espíritu se exprese de forma más luminosa, expandiendo la conciencia al universo total, y unificando al ser con su primera esencia trascendente. Esto puede llevar mucho tiempo, pero sin embargo en el trabajo diario, es posible experimentar la transmutación de la conciencia y sentir, en el propio ser como ese abismo que antes parecía insondable y peligroso, de un día para otro se torna familiar y amigable, para dejar paso a otro abismo tenebroso, que amenaza con destruirnos, y sin embargo, pasado un tiempo, quizás más largo, aparece a su vez como un pequeño valle apacible y luminoso. Este es el modo en que la conciencia se transmuta de un estado a otro, accediendo imperceptiblemente, cada vez a una realidad más profunda y real. Las consecuencias de esta faena son un alejarse cada vez más de los mandatos sociales, para entrar gradualmente en una legalidad natural, cuyos designios no vienen impuestos desde el exterior, sino que surgen espontáneamente desde el interior de cada ser humano.

Por eso si bien el objetivo final de este arte es la purificación del espíritu y el reencuentro con la experiencia extática de la unidad universal; el actor en trabajo diario puede ir alcanzando objetivos parciales, ya que este largo proceso es lento y gradual, por lo cual la simpleza de una obra de teatro basta para conectarnos con este objetivo final de trascendencia espiritual. Los pequeños objetivos, hacen a los grandes objetivos, y del mismo modo, las pequeñas obras, hacen a la gran obra. La piedra filosofal, sepulta en lo profundo del alma, reluce tenuemente con cada ensayo. Y con el tiempo, del mismo modo que el mar desgasta las rocas de la costa, el acto dramático del artista hará que los velos caigan y los resplandores de esta misteriosa piedra, salgan a la luz mostrando nuevos y desconocidos senderos para transitar.

Liturgia dionisíaca

En la antigua Grecia, mucho antes de que Atenas sea el centro neurálgico de la ciencia y el arte, los ritos en honor a Dionisios ya eran celebrados. Los rituales se realizaban de noche, en medio del bosque a la luz de la luna llena. La danza, la música y el vino formaban el trípode básico a partir del cual se hacían estas reuniones. El motor de todas esas orgías era la celebración de la unidad universal, en consonancia con la muerte y la resurrección de Dionisios.

Esta primitiva celebración se fue transformando hasta adoptar la forma de lo que aquí se conoció como el teatro griego, tanto es su aspecto de tragedia como de comedia. Derivaciones estas de la liturgia dionisíaca, porque en este tiempo primitivo, en muchas ocasiones los participantes embriagados por el soplo divino del dios, incurrían en los actos más violentos, llegando incluso al desmembramiento de algunos de los participantes. La comedia se deriva del aspecto festivo de este antiguo rito, y la tragedia del aspecto más oscuro del mismo. Digamos que antiguamente, la liturgia dionisíaca comenzaba como comedia, pero muchas veces terminaba como tragedia.

Aquí reside justamente el secreto de la liturgia dionisiaca. Porque si bien, los documentos que se conservan del pasado, nos dan una idea de cómo se realizaban los rituales en aquella época primigenia; y más acá en el tiempo aun se conservan tragedias y comedias enteras, eso no basta para que nosotros, sepamos a ciencia cierta cómo ha de realizarse el ritual. Es decir: de nada sirve repetir una ceremonia antigua, porque quizás fueron efectivas en esa época, pero nada nos asegura que lo serán ahora. Es más, cabe pensar que no han de serlo, porque un ritual debe expresar algo real, y por lo tanto presente.

De modo que es necesario actualizar la liturgia a la forma contemporánea. Porque si es necesario que el teatro exprese una realidad interior, esa realidad debe pertenecer al presente. Por lo tanto no sirve de nada interpretar Las Bacantes de Eurípides, con la intención de respetar los códigos de la antigua Grecia, sino que más bien en todo caso, lo más real sería reinterpretar Las Bacantes con un lenguaje actual e imbuida de contemporaneidad.

Es que la sociedad cambia, y el ser humano junto con ella se transforma, y si el teatro ha de expresar la realidad, debe pues expresar la realidad de su época.

Por otra parte, si bien hay cosas que cambian, hay otras que permanecen, como por ejemplo el baile, el canto y el vino. Son esas las herramientas arquetípicas de este ritual perpetuado en el tiempo, los elementos esenciales de la liturgia, de los que sí podemos valernos al momento de realizar una puesta en escena, bajo este concepto teatral.

Hay en el ser humano un aspecto efímero y otro sempiterno. El uno pertenece al campo de lo social, en su aspecto externo, y el otro al campo individual en su aspecto interno. La música es parte de la naturaleza y siempre estuvo presente en la vida de la humanidad, lo mismo el canto. Y esta es la liturgia dionisíaca esencial: cantar y bailar en honor al dios. Simplemente eso. Esta acción nos lleva gradualmente, tras la repetición, a un trance divino donde comienzan a surgir cosas, sensaciones, pensamientos que antes no existían y que imprevistamente se presentan. El solo acto de cantar y bailar cambia la frecuencia consciente del actor, y poco a poco este se va sumergiendo en un mundo desconocido. Esto que parece tan simple, es sin embargo profundo, pues lleva al actor a un nuevo estado de conciencia relacionado con el peregrinaje de Dionisios por el mundo. Pues cada uno, luego de experimentar en sí mismo la escisión con el mundo, con los otros y con uno mismo, emprende el viaje de regreso a la unidad, valiéndose de las herramientas esenciales que tiene a su alcance: el canto y la danza. No es sino su propio ser, que le sirve para expresar el dolor de su desmembramiento y la inocente alegría de sentirse cerca de la primitiva unidad del universo. En este punto es que aparece dentro de la liturgia el papel central del vino divino, ya que la fabricación del vino, está estrechamente relacionada con el ceremonial dionisíaco. Hacer una obra de teatro es como hacer vino. Hay un paralelismo, que en la antigüedad tenía que ver con los rituales ejercidos por los sacerdotes, ya sea a nivel individual como grupal, y que en la actualidad tiene que ver con el teatro, debido a que tanto en uno como en otro, lo que se pretende es obtener un estado de éxtasis, que libere a la conciencia de las ataduras sociales de su tiempo y lo acerque a otra realidad, más próxima a la naturaleza de los dioses. En la antigüedad esta forma liberadora era el ritual, que bajo la metáfora del vino aproximaba a los participantes a esa realidad ultraterrena. En la actualidad esa forma liberadora es el teatro, desde un enfoque sagrado de este arte. El punto central de todo esto, es el desconocimiento del método de creación que permita fabricar el vino de los dioses, y que es justamente lo que el actor debe descubrir, puesto que los métodos utilizados en otra época sirvieron para esa época, pero los métodos de esta época aun no se han descubierto. Es cierto que hay un referente, una tradición, un registro del pasado que sirve como guía, pero solo son eso: una guía, ya que el presente es preciso captarlo de manera actual. Por lo tanto el actor tiene todo por descubrir, porque la liturgia que descubra será una liturgia propia de él y del grupo dentro del cual él esté trabajando, ya que este arte requiere que sea totalmente particular, y cada trabajo algo específico de la realidad de cada uno. Hay conceptos generales, prácticas y ejercicios que pueden realizarse en diferentes grupos y personas, y de hecho un estudio estadístico daría como resultado numerosos casos de repetición de conducta en diferentes individuos y grupos. Pero eso pertenece al campo de lo racional y lo meramente social. Es el ámbito del conductismo en base al cual se elaboran todo los productos comerciales del mercado. Pero esta forma sagrada de búsqueda artística, está diametralmente opuesta a ese camino, ya que justamente lo que busca es lo particular, lo único, lo que no se repite, lo que es propio de cada uno, pues ese es el portal a la dimensión de la unidad cósmica.

Paradójicamente la sociedad al manejarse de forma conductista, hace que la mayoría de las personas actúen del mismo modo y en vez de unificar, divide; ya que los modelos que ella fabrica con su discurso son modelos escindidos, sujetos parecidos, alejados en principio de la naturaleza, luego del otro y por último de sí mismos. Por eso al explorar el mundo interior comienzan a evidenciarse los mecanismos de repetición aprendidos en la sociedad. Y una vez que el actor comienza a hacer consciente esa realidad mecánica dentro de sí, da el primer paso en el camino a la unidad primitiva, ya que en principio debe alcanzar la unidad en sí mismo, para poder luego experimentar la unidad en el universo.

Este descubrimiento de la propia unidad, es un proceso de desenmascaramiento, en el cual el actor se va despojando de los cliches, y de todo tipo de artificio que nublan su esencial unidad; por lo cual esta se convierte para él en una especie de desnudez, en la cual queda expuesto ante sus pares. Y aunque esto pueda traerle consecuencias traumáticas, el vacío que se va generando dentro suyo, se va convirtiendo poco a poco, en una especie de fortaleza que lo inmuniza contra los prejuicios morales de su época, y lo sitúa en una posición más favorable para trascenderse a sí mismo.

Actuar sin estar condicionado por los dictados morales de la sociedad, es fundamental en este teatro, ya que es el único modo de lograr la despersonalización necesaria para alcanzar el éxtasis, y así fabricar el vino para beber de la copa de Dionisios.

El último paso es la unidad cósmica, lo cual requiere de un esfuerzo sobrehumano literalmente. Y este aspecto debido a la profundidad que encierra, queda por el momento en el plano de la conjetura, pues de realizarse de manera completa, implicaría que el actor partícipe del ritual, abandone su cáscara humana y pueda identificarse, por medio su total vacuidad, con la prístina esencia del universo, lo cual le permitiría acceder en conciencia al plano de lo desconocido. Presumiblemente esta identificación última, traería como consecuencia la trascendencia del espíritu a otros planos de lo real; a una dimensión diferente cuya realidad no podría siquiera ser captada por los parámetro del ser o el no ser, ya que trasciende cualquier tipo de dualidad.

De modo que la liturgia dionisíaca, tiene como fin el despojamiento total de lo superficial en el ser humano, para llegar a un vacío esencial, que es una especie de desnudez dramática, en donde el actor situado más allá de cualquier tipo de dualidad, se expande y accede a otro plano de la realidad, desconocido hasta ese momento.

La forma en que se dé esta liturgia es indefinida, y cobra realidad en el trabajo concreto del grupo, pues al buscar la unidad, trabajan sobre lo individual, y en la medida en que así lo hacen, reencuentran el sendero hacia la unidad primera. Lo que sí es algo definido es la práctica esencial de este ritual, que es el canto y el baile que permiten expresar la realidad interior, utilizando estas facultades dramáticas, para correr los velos que mantiene al actor ciego ante la unidad. Este, al bailar y al cantar se va despojando de todo lo que le impide alcanzar las esferas celestes de los dioses, y de esta liturgia surgen alternativamente la comedia y la tragedia. Porque el despojarse provoca un trágico desgarramiento interior, pero el haberse librado de la carga genera un regocijo de alegre comedia.

El actor dionisíaco se adentra en un mundo de opuestos, y lo hace internándose de lleno, pues es la única manera de acceder al tercer estado de la conciencia, que es el trascendente. Al penetrar en este camino comienza a vislumbrar que la risa y el llanto forjan los límites de su moral, aprendida en la sociedad. Comienza a experimentar estos dos estados como arquetipos de la humanidad que hay en él, y a través del trabajo sobre estos dos modos de ser comienza a descubrir el horizonte que debe atravesar. Y llegado a este punto se adentra en un mundo desconocido, que es el nivel donde los opuestos reabsorben en la unidad. Y es aquí cuando los parámetros de bien y mal, y en sí todos su referentes polares, se desvanecen dando paso a una nueva forma de actuar, que consiste en hacer lo necesario a partir de la situación planteada en el aquí y ahora. Lo abstracto de esta situación se debe a que la realidad se relativiza a punto tal, que la corrección de un acto se define por su profundidad y su sinceridad.

Bailar, danzar, y fabricar el vino espiritual. He ahí la liturgia dionisíaca en su prístina esencia. La forma concreta que tome se determinará siempre en el caso grupal, individual y puntual. Pero lo central es poder acceder, por medio del trabajo constante a la raíz de todo esto, para lo cual hacen falta de manera imprescindible tres pilares que sostengan el trabajo diario: ética, disciplina y paciencia.

domingo, 11 de abril de 2010

Vuelve "Tomálo con pinzas"

El Grupo La Piscueta presenta nuevamente "Tomálo con pinzas" (grotesco tóxico)
Funciones :
Domingo 11 de abril 20.30hs
Sabado 17 de abril 21.00 hs
Dramaturgia y Dirección:
Fabián Fernandez Barreyro
Actúan:
Claudia Galván y Fabián Fernandez Barreyro
Luz y sonido: Luciano Villalba
Asesoramiento escenográfico: Leonor Arnao
Para reservas: al tel. 4823844 y al cel. 155061374

sábado, 3 de abril de 2010

Tai Chi Chuan: el arte del silencio.


Por Luciano Villalba.






El Tai Chi Chuan, es un arte meditativa de origen chino.

Tai, significa, Infinito.

Chi, es Energía.

Chuan, es Etica.

Es el arte de aprender a utilizar la infinita energía universal, para poder realizar la tarea que uno sienta que tiene que concretar. Y para ello es necesario descubrir la ética apropiada para tal fin.

Es el arte del silencio, porque en el silencio estan todas las respuestas y todas las preguntas. Porque el silencio no es la ausencia de los sonidos, sino la suma de todos. Es como un río, cuya única nota es el vacío.

domingo, 28 de marzo de 2010

Arte Dionisíaco




Por Luciano Villalba.











El mito de Dionisios

El teatro en su origen es algo desconocido. Pertenece al conocimiento oculto del universo cuando, donde, como, porque y para qué haya surgido el teatro en este planeta. Algunos mitos hablan del aburrimiento de los dioses, otros de la necesidad de purgar un sufrimiento enraizado en lo más profundo de la naturaleza humana, un dolor innominado y desconocido, que se presenta cada tanto para recordarnos que hay algo más, que este pequeño mundo social.

Tanto en una como en otra versión podríamos hallar una cuota de verdad, sin que se contradigan, ya que tanto la alegría como la tristeza, conviven armoniosamente en este mundo de luces y de sombras.

Elegir a Dionisios como el protagonista de este relato, tiene que ver con la risa y el llanto, porque su vida misma, es la encarnación de estas contradicciones llevadas al extremo, para ser superadas por una nueva forma de actuar en este mundo.

En el comienzo, Dionisios, siendo tan solo un niño, fruto de la relación entre Zeus y Perséfone, diosa de las profundidades de la Tierra, es nombrado señor del universo. En ese cargo de tanta responsabilidad, reinaba con la pura inocencia de la niñez. La espontaneidad y la entrega desinteresada eran las leyes de ese tiempo primigenio, mucho antes de la aparición del ser humano sobre la faz del planeta. Sin embargo, este idilio habría de terminar, a causa del siniestro accionar de los Titanes, que por encargo de Hera, la esposa de Zeus, habrían de cargar con la muerte del pequeño. Esta, celosa por la infidelidad de su marido, les encargo a los titanes que maten y destrocen al niño, sin dejar rastros de su paso por este universo. Los Titanes, siempre dispuestos a obedecer a la diosa, y a realizar actos de violencia, engañan al niño entreteniéndolo con juguetes y frutas, hasta que en un momento lo matan y lo destrozan en pequeños pedacitos. Pero mientras se lo estaban devorando, llega Zeus, y con su rayo, totalmente cegado por la ira, los fulmina, dejando tan solo de ellos un rastro de cenizas. En el lugar del hecho, quedaba tan solo el corazón del niño, el cual Zeus tomo y se lo comió, para preservar dentro suyo, el último vestigio de su hijo. De las cenizas de los gigantes, moldeo los primeros seres humanos, que por causa de su origen llevaron en si la contradicción de ser, por una parte inocentes y puros como Dionisios, y violentos y oscuros como los Titanes.

Hasta aquí es la primera parte del mito de Dionisios. Simbólicamente esta secuencia representa la caída del ser humano en la diversidad. El niño representa la unidad, y su mutilación la aparición de esa diversidad. Lo que aparece más claro en este relato es la doble naturaleza del ser humano, que resulta ser la mezcla de lo uno, y lo diverso. Sin embargo, en la primera etapa de la humanidad prevalece lo diverso, es decir, la naturaleza brutal, que ignora la unidad universal de todas las cosas. Porque de saberlo, sabría que al hacer daño a otra criatura, se estría haciendo daño a sí misma. En esta etapa el ser humano desconoce su igualdad con el resto de los seres que habitan el universo. Desconoce que él, al igual que las otras creaturas, está hecho de la misma esencia, y que en definitiva, todo el universo es una unidad. Al ignorar esta realidad, se separa cada vez más del resto del universo, y paulatinamente, va creando un mundo particular, con códigos propios y valores igualmente personales. Esto hizo, que a lo largo de la historia de la humanidad los diferentes pueblos aparezcan enfrentados unos a otros, por la búsqueda del poder, del ser humano sobre el ser humano. En definitiva, el despedazamiento del niño Dionisios, representa el estadio en el que el ser humano se enfrenta a sus semejantes, movido por su propio capricho, olvidando la unidad original con todos los seres.

Pero el mito tiene una segunda parte. Resultó ser, que el tiempo pasó, y la raza humana se hizo más numerosa. Surgieron las diferentes culturas y prevalecía el enfrentamiento de unos contra otros, por el poder. He aquí, que Zeus, comete otra infidelidad a su esposa, pero esta vez con una humana: Sémele. Pero Hera, que nunca permanecía ajena a las actividades de su esposo, se entera y decide tomar medidas ella misma. Disfrazada de criada, le dice a Sémele, que le pida a Zeus que se muestre tal cual es, con toda su majestad divina, despojado de su aspecto mortal. Como Zeus una vez aceptado el pedido, no podía negarse a cumplir su palabra, el plan de Hera era infalible. Y en efecto, cuando Sémele pidió su deseo a Zeus, el no tuvo más remedio que cumplirlo, con lo cual pulverizo en un solo segundo a su amante mortal; pues el fuego de sus rayos de su luminiscente divinidad, era demasiado.

Pero Sémele estaba encinta y Zeus lo sabía, por lo cual, luego de fulminar a su amante, se apresuro a sacar del vientre a su hijo, que no era otro que Dionisios, en un proceso de renacimiento, esta vez bajo una forma humana. Como aún faltaban unos meses para completar su gestación, Zeus se lo metió dentro del muslo, para que el niño pueda terminar de formarse, sin que su esposa se entere. Una vez nacido, Zeus lo envía al centro del bosque, para que bajo la tutela de las ninfas crezca sano y fuerte, sin que nadie pueda encontrarlo; o de lo contrario su muerte sería inevitable. Pero el plan de Zeus funciona y niño crece hasta que al llegar a su juventud, decide dejar el bosque de su infancia, y recorrer caminos desconocidos. Allí, comienza su peregrinaje a través de todo el mundo.

En esta parte del mito comienza lo que simbólicamente puede considerarse <<el retorno a la unidad>>. Dionisios, al nacer nuevamente en un cuerpo humano, restablece en sí mismo la unidad anteriormente perdida. Todas sus partes vuelven a reunirse en este nuevo ser que es. Y a pesar de su mortalidad, en su ser interior es inmortal, porque recuerda quien había sido anteriormente: un ser divino. Y por eso sabe como ejercer ahora un accionar humano, pero en el plano de la unidad universal.

Hay un dato que es fundamental para conocer el significado profundo de este mito. Dionisios es conocido como el dios del Vino, lo cual puede interpretarse de muchas maneras. A lo largo de su peregrinaje por las tierras de Grecia y sus alrededores, él va rodeándose de los pobladores de los diferentes parajes, y reuniéndose con ellos para enseñarles la fabricación del vino, y la liturgia correspondiente a la elaboración y celebración de dicho brebaje. De forma general, esta celebración consistía en beber el vino, cantando y bailando en honor a la belleza del universo y se realizaban en primavera, porque es la época del florecer de la naturaleza. Muchas veces sin embargo, debido a que esta celebración iba en contra de las costumbres de tal o cual reino, los jerarcas de dichas poblaciones se oponían a este culto, por lo cual sus sacerdotes se veían perseguidos por las autoridades. Pero lo terrible de esta situación, era el castigo que imponía el dios para aquellos que se oponían a su ritual de unificación universal. Indefectiblemente, todos los que se opusieron a sus ritos murieron destrozados, bajo diferentes circunstancias; ya sea por animales, enemigos y incluso por sus propios parientes, como es el caso de aquel Rey de Tebas del que habla Eurípides en “Las Bacantes”. Este castigo comienza a mostrar el otro lado del ritual dionisíaco, que aparece como equilibrador cósmico, para compensar la sabiduría de la unidad, con la ignorancia de la multiplicidad. Unirse provoca alegría, en cambio separarse provoca tristeza. Para remarcar de forma aleccionadora la necesidad del ser humano de comprender esta unidad universal, el Dios, actuando de forma cruel, hace sentir en carne propia a sus enemigos, el dolor de la fragmentación; para que en un futuro, puedan también ellos mismos sentir la alegría de recobrar la unidad primigenia del universo. Hace de su ignorancia una realidad metafórica.

A esta altura del mito ya están planteados los dos aspectos de la naturaleza humana, que serán al mismo tiempo los pilares de la dramática teatral. El renacimiento del dios y sus rituales de música y danzas simbolizan la unidad, la felicidad y la risa, que es explorada por medio de la comedia. La segunda parte, cuando el dios castiga a sus enemigos con la misma prueba de dolor que tuvo que pasar, en una vida anterior, siendo tan solo un niño, simboliza la diversidad, la tristeza y el llanto explorado por medio de la tragedia. Estos dos aspectos aparentemente contradictorios se hermanan sin embargo, en la figura del dios. Por lo cual, fue entronizado como la divinidad teatral por excelencia. Y aquí, la fabricación del vino cobra importancia capital. El significado de este brebaje tiene dos lecturas básicas, una literal y otra metafórica. Hay un vino que duerme, y otro que despierta. El primero tiene que ver con el aspecto concreto del vino como tal, considerado una bebida embriagante, que altera la percepción normal de la realidad y desinhibe los patrones culturales de la persona, liberándola para accionar en otro plano de la realidad, donde los límites se alteran y las cosas que hasta el momento parecían lejanas se tornan más íntimas. La consecuencia de la utilización de este tipo de vino está a la vista. En principio encarnan la esencia del dios, porque esa embriagues torna a la persona más amistosa, lo cual contribuye a la unidad universal. Pero también, el exceso inmoderado de esta bebida hace que esa misma amistad se torne enemistad y la diversidad prevalezca nuevamente. En definitiva, si en un principio abría los sentidos, en una segunda etapa, los embota, encerrando a la persona en un mundo de impresiones oscuras e ilusorias, que no hacen más que engañarlo, alejándolo poco a poco de la realidad a la cual en un principio se había acercado.

Pero esta concepción es la más baja, más propia del ámbito social, que del teatral. El vino dionisíaco, considerado desde un punto de vista artístico, es un vino espiritual, que abre la conciencia a la realidad de la unidad cósmica, en cuanto a que despierta las herramientas para restablecer las conexiones que unen la inspiración poética, directamente con las fuentes vírgenes de universo. Conecta al poeta con las fuentes primeras de la inspiración. Beber el vino, es beber la sabiduría del dios que fue Uno, perdió esa unidad y luego renació recobrando esa antigua totalidad, conociendo de ese modo la forma de alcanzar el estado divino. Música, danza, ditirambos y vino espiritual constituyen la liturgia del dios. El teatro, en su aspecto más profundo, libre ya de cualquier tipo de moda social, tiene como objetivo primordial celebrar esta liturgia tan antigua como el teatro mismo.

Esto es en principio lo que establece una diferencia radical en las diferentes formas de hacer teatro. Están aquellos que actúan tomando como parámetro el afuera, y están aquellos que hacen teatro tomando como parámetro el adentro, es decir su mundo interior, dejando en segundo plano, las pautas culturales de su tiempo. Esta segunda forma de hacer teatro, es el arte dionisíaco. Explorar el mundo interior es beber el vino espiritual, entrar en el estado de embriaguez que restablece la unidad con todas las cosas. Y por eso mismo, por el peso de este trabajo, es necesario sumergirse de lleno en este nuevo mundo, dejando lo demás en un segundo peldaño de importancia. Esto no significa que nos olvidemos de nuestro tiempo y sus reglas, porque aunque uno quisiera hacerlo no podría, porque la cultura esta tan arraigada a nuestra forma de ser, que hasta nuestro lenguaje y su estructura están basadas en ella. Por lo cual aunque nos fuéramos a una isla desierta, seguiríamos atados a la sociedad. Lo que sí es posible, y es el terreno donde trabaja el teatro, es aprender a discernir, que es lo que viene impuesto desde afuera y que es lo que nace desde el interior y pertenece a la naturaleza. Porque en la medida en que por medio del trabajo interior, podamos ampliar el campo de acción en este nivel, gradualmente iremos encontrándonos con lo esencial de cada cosa, y en la medida en que podamos reconocer lo esencial de cada cosa, iremos recobrando la unidad primigenia, ya que solo en lo esencial todas las cosas son una. Mientras vivamos en la superficie, todas las cosas serán diferentes. Pero en la medida en que uno pueda reconocer en si mismo su naturaleza esencial, podrá del mismo modo experimentar en sí mismo la esencia del resto de los seres, accediendo así a una forma de vida completamente distinta, a la de los seres fragmentados.

La sociedad actual, en su aspecto general, esta simbolizada por el niño fragmentado, donde el aspecto titánico prevalece. Cada artista y específicamente cada actor, en el sentido dionisíaco del término, es el dios en su peregrinaje, que en su paso por los diferentes poblados se encuentra con las autoridades que prohíben sus ritos, y frente a los cuales, él, el dios, el actor, debe restablecer el equilibrio universal, desmembrando a ese jerarca de la ley humana, para celebrar el ritual del vino espiritual. De forma arquetípica, la puesta en escena es la celebración de la fragamentación, desmembrar al jerarca significa exponer de forma exacerbada la realidad social, llevándola a un límite al cual el espectador nunca se habría atrevido a llegar. Desmembrar la realidad es abrirla a todas las posibilidades sensoriales, para llegar por medio de esta ampliación de la experiencia universal, a alcanzar el polo opuesto de la unidad, ya que solo a través del ejercicio del exceso, se alcanza el vacío. Y en el vacío, descansa la unidad. La forma en que cada uno lo haga, va a depender de su propia naturaleza. Lo central en el significado simbólico de este mito es la estructura primigenia que devela, respecto de la unidad, la diversidad y la recuperación de la unidad. Otros significados mas se desprenden de este mito, los cuales cada uno ira tomando conciencia gradualmente, ya que encierra significados dentro de los significados. En definitiva, el camino de la creación es largo y lleno de obstáculos, y asumirlo lleva consigo la consecuencia de tener que superarlos. El teatro desde esta perspectiva, no consiste en asumir la creación de un personaje como el acto de ponerse una máscara y jugar a ser otro.; sino que el actor ha de quitarse la máscara primero, para descubrir cuál es el personaje que debe interpretar, porque el drama no es la exposición de una ficción literaria, sino que es el accionar concreto dentro de una realidad interior.